A veces no hay
suficientes piedras



Esta serie de  video-performances, reunidas dentro de una videoinstalación, nace de una premisa: mi cuerpo es un contenedor de silencios.
Silencios que son presencia hecha cuerpo, surgidos de una colección de desarraigos. Desenvolver cada silencio allí impuesto implica nombrar lo innombrable: revelar y conjurar nuevas fuerzas en el cuerpo, diseccionar las cicatrices de una lengua herida, tejer nuevos hilos de saliva, con el fin de manifestar en mi piel los gestos inscritos por el linaje femenino de mi familia.

Cada video abre un camino distinto dentro de un recorrido lento, tejido por la suma de instantes agotadores. Instantes en los que he sentido el silencio habitando mi cuerpo.
Porque el silencio es un síntoma donde se manifiestan ausencias y experiencias que no desean revelarse, un silencio nacido de un acto de fuerza impuesta, un silencio que pesa.
Un cuerpo contra un silencio.
Un silencio que contiene un cuerpo.
Un silencio que se hereda.

Técnica: Video digital
Asistente de cámara: Alejandro Proaño y Marcela Rodrígez.
Edición de sonido: Alejandro Proaño
2019









©2037 Copyrights Etc.